SIMBOLOS PATRIOS

CUENTO
El Escudo Nacional
   Sucedió una vez en este planeta llamado la tierra, en un lugar de nombre México, región llena de coloridos contrastes. Entre sus enormes montañas, allá por lo más alto se encontraron un día el águila y la serpiente; la serpiente era muy astuta y maliciosa, el águila de una gran visión, calculadora y sábia.
   Entonces la serpiente habló queriendo intimidar al águila
-¿Qué buscas aquí? Le dijo; estas montañas y valles que vez me pertenecen ¡aléjate de aquí!
  Tardó en responder el águila pero al fin contestó -nadie es dueño de estos hermosos lugares, tan tranquilos pero desde que tu llegaste las cosas han cambiado pues has tratado de cambiar a todos los demás animales con tu veneno ponsoñoso, pero conmigo no lo vas a lograr.
-¿Y qué hay en ti tan distinto que no pueda yo cambiarte? Dijo la serpiente
-Mucho contestó el águila: yo represento a la especie más valiente e importante de estos contornos.
-¡A  si ¿Quiénes son? Respondió con ironía la serpiente
-Voltea hacia allá le replicó el águila, señalando un  hermoso valle a lo lejos con un lago de aguas cristalinas y transparentes, donde multitudes de aves revoloteaban tranquilas, habían también una gran cantidad de animales fascinantes yuna vgetación exuverante,donde todos los colores parecian hacer solo uno pero incomparable ningún lugar podía igualarse con aquel y a un costado del gran lago unos extraños seres desfilaban, caminaban en dos pies, de piel morena y cabello obscuro, a su paso nada acontecía los animales no se espantaban, todo seguía en armonía, era una convivencia plena entre todos.
-¿A cuáles te refieres? Insistió la serpiente.
-A los que andan en dos pies, ellos son de quienes te hablo.
-¿Cuál es la diferencia entre ellos y nosotros? Aclaró la serpiente.
-Bueno es que ellos son la descendencia que dará origen a una multitud prominente, la cual cuidara de toda especie viva, incluyéndote a ti que eres perversa y malvada dijo el águila.
-Lo dudo contestó la serpiente porque yo sembraré en ellos la semilla de la discordia para que pelen entre ellos, destruyan los bosques, maten a las demás especies, que inventen infinidad de formas aún con la capacidad destruirse entre ellos mismos.
-No lo permitiré enfurecida contestó el águila. -Yo te destruiré a ti.
-¿Cómo lo harás, en mi boca tengo veneno fulminante con el cual podría acabar con todas las especies de la tierra.
-Yo, dijo el águila, tengo la razón, la justicia y el valor que tu no tienes y voló no sin antes lanzar una mirada retadora y amenazante a la serpiente.
   La serpiente refunfuñando se perdió por entre las grietas de las grandes rocas que poblaban las montañas.
   El águila voló a gran altura hasta quedar por encima del lago, observó con ternura aquel lugar tan precioso y de pronto con la velocidad de un rayo descendió hasta volar al ras del agua y al llegar a la orilla observó a todos los animales, con una mirada tan penetrante que pareció transmitirles un mensaje, los animales la miraron con respeto, después miró aquellos seres los cuales reflejaban una inteligencia superior, sin embargo parecían sumidos en una profunda meditación, sin hacer caso de lo que pasaba a su alrededor parecían autómatas perdidos en un extraño trance, el águila los miró preocupada y dando un completo giro se alejó del lugar.
   La noche caía y negros nubarrones cubrían el cielo, se avecinaba una tormenta haciendo más negra la noche, el águila se refugió en su nido, sus grandes alas se extendieron y se cerraron como sellando una decisión que ya de antemano había tomado.
   Esa noche pareció la más larga de la historia de la tierra, un silencio de sepulcro cubría el ambiente, solo los grandes estruendos de los rayos que caían rompían aquel silencio.
   Amaneció y con ello surgió el día como una nueva esperanza.
   El águila voló decidida buscando a la serpiente, por ningún lugar de la montaña la pudo hallar, cansada voló hasta el gran lago, la frescura de sus aguas y el murmullo musical de las demás aves la tranquilizó, estaba por rendirse cuando descubrió a su enemiga la serpiente sobre un gran árbol, enrredada hasta la punta de este observando a los seres extraños que se desplazaban de una manera rara, sobre dos de sus pies y con la firme decisión de lanzarles su mortífero veneno para sembrar en ellos su semilla destructora.
   Con una velocidad increíble el águila llegó hasta la serpiente, atacandola, pero no pudo evitar que parte de este veneno callera en algunos de aquellos seres. El águila tomó a la gran serpiente y furiosa la llevó hasta en medio del lago y la dejó caer para que se ahogara, pero fue tal su suerte que cayó sobre un pequeño islote y rápida quiso huir pero no había por donde, estaba rodeada de agua, entonces observó que en medio del islote había un nopal y se trepó por él, pero con esto solo logró que el águila con su gran visión la descubriera y comenzó una lucha agonizante entre las dos criaturas.
   Es tu fin! Exclamó el águila
   No podrás conmigo soy más fuerte balbuceo la serpiente. Además he cumplido mi misión de sembrar en todos ellos mi semilla destructora.
   -No lo lograste con todos yo te exterminaré y apretando con gran fuerza sus garras terminó con la vida de aquella peligrosa serpiente que colgando su cabeza expiró su ultimo aliento de vida.
   Levanto el águila su vuelo y un pensamiento preocupante invadió su corazón, cuantos de aquellos seres habían sido alcanzados por la semilla de la maldad, pero algo la tranquilizó porque también sabía que muchos de ellos se opondrían a esto como ella porque no habían sido alcanzados por el veneno perverso de su enemiga.
   Fue tan impresionante la lucha entre estos dos animales que aquellos seres  que presenciaron tan singular batalla y  no eran otros  sino los mexicas, trasmitieron estos hechos de generación en generación y es por eso que la gente del pueblo mexicano los tomó como parte importante de su cultura y pasado, plasmando este acontecimiento en su Bandera la cual representa hoy a su nación y que hasta en nuestros días lo conocemos como el escudo nacional, el cual viene siendo otro símbolo patrio para todos los mexicanos.